El tratamiento experimental se basa en el posaconazole, un antifúngico que en la actualidad se administra para infecciones de hongos invasivas (micóticas) y podría suponer el preámbulo de nuevas terapias y diagnósticos más eficaces. Este medicamento empezará a probarse en un grupo de 80 personas afectadas por el Chagas y los primeros resultados se conocerán dentro de un año.
Para combatir esta enfermedad se utiliza habitualmente el benzniasole, con múltiples efectos secundarios que obligan, en muchos casos, a abandonar el tratamiento y que tiene escasas tasas de curación, de entre el 15 y el 40%.
La enfermedad de Chagas se desarrolla entre los 10 y 20 años de haberse infectado pues al principio no presenta síntomas. Al cabo de este tiempo el parásito ha podido anidar en numerosos órganos del cuerpo y se desarrolla con problemas cardiacos, nerviosos y digestivos hasta provocar la muerte.
El Chagas se transmite normalmente por la vinchuca, que vive escondida en las casas de adobe de los Andes, pero también puede contagiarse a través de transfusiones de sangre, de madres a hijos durante el embarazo o, en menor medida, a través de los órganos trasplantados.
El proyecto de Vall d'Hebron cuenta con la colaboración de la Organización Mundial de la Salud y de Médicos sin Fronteras.
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